Para mantenerlo de forma correcta se debe evitar el uso de ceras que impiden “respirar” al material produciendo el llamado efecto paraguas que evita la filtración de líquidos al interior de la roca pero termina con su brillo natural. El único brillo apreciable con esta práctica proviene de la capa de cera superficial no de la roca.
El mantenimiento efectivo debe ir encaminado a proteger los poros de humedad y suciedad siendo la práctica más aconsejada el uso frecuente de paños húmedos con agua pura sin hacer uso de químico alguno.
Las zonas de mayor riesgo para estas superficies se encuentran en los baños por el contacto habitual con agua abundante, y sustancias potencialmente nocivas como jabones (incluso neutros), diluyentes, colonias.